sábado, 25 de febrero de 2012

Poema XVII

Te recuerdo como el último otoño
Carecias de tristezas

Me miraste entonces y sacudiste mi mundo vacío
Y si no fuera por tus ojos profundos que tienen color de luna
yo seguiría perdido, refugiado quién sabe dónde.

Y el viento, el viento que sopla frío
llevaría tu nombre en el eterno silencio de mi suspiro.

Te pareces a nadie desde que te amo.
Y nadie ha de parecerse a ti.

Qué importa si el tiempo pasa, nosotros pasaremos con él.
Juntos. Porque juntos somos dueño de todo y de nada.
De todo cuando se nos antoja y de nada cuando peleamos sin motivo.



Antes de pertenecerte yo era nadie. Y no elegí sino ser tuyo por amor.
Un amor que desconocí y que tú me enseñaste.

Déjame recordarte como un sueño infinito.
Quiero pertenecerte y perderme en tu boca.
Quiero embriagarme de tu piel y consumir tu cintura con el ardor de mis labios.

Permíteme descansar en tu pecho de mujer.
Deja que despierte tus fantasías.
Iré hasta donde tú me lo permitas.

Me sumergiré en tu piel y besaré tus muslos delgados.
Me pasearé por tu espalda y morderé con delicadesa tus ganas de entregarte.

Eres mía, eres mía, voy gritando al aire tibio de esta tarde, arrastrando mi voz hasta ti.
Y antes que me oigas ya estarás lejos, lejos como antes de conocerme.

Déjame que te hable también con mi silencio
Aunque hoy mis palabras no te alcancen
Y tenga como único consuelo, pensar en ti.

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