miércoles, 16 de marzo de 2011

Adiós, que te vaya mal

¿Recuerdas cuando nos conocimos? Permanecías fría y distante. Callada como la noche.

Aún recuerdo esa primera vez junto a ti, yo inseguro, ensimismado y perdido. Tú carecías de nerviosismo y te mantenías sobria y antagónica guiándome a tu antojo. Sometiéndome a tu capricho, a tu gusto. Eres incorregible y maltrecha a la vez. Tejías cizañas en mi débil mente y murmurabas disparates de un mundo violento, triste y mediocre. Fuiste conformista y me acostumbraste a tus complejos. Siempre te ocultabas en las sombras y me llevabas contigo, yo me refugiaba porque pensaba que era lo mejor, pero ahora comprendo que lo mejor no era refugiarme contigo, sino estar sin ti.

Nunca podré olvidar tu nombre, porque como el cielo, eres fija e inadvertida. Siempre estás ahí, latente, pero nunca nadie te toma en cuenta. Como todo, eres previsible y decadente, embustera como ninguna y merecedora de un cariño desfigurado. Menguas tu presencia de pronto y te marchas, te diluyes como polvo en el viento. Retornas en tiempos de hostilidad aunque nadie te necesite.

Nunca supe cómo fue que te empeñaste en permanecer a mi lado. Yo nunca quise que te quedes conmigo. No entiendo tu empeño en quedarte. Yo no te necesito, nunca lo hice.

¿Recuerdas aquellas noches infinitas a mi lado? Yo quería morir y lloraba regocijado en tu calor y me envolvía en tu ser hasta perderme contigo. No sabía a lo que me exponía, sin embargo me importaba poco. ¡Era tan ingenuo en aquellos tiempos! Ahora sospecho que no volvería hacerlo, no volvería contigo. No te buscaría aunque no tenga a nadie. No pronunciaría tu nombre aunque sea fácil de recordar. Eres peligrosa, enemiga de los sueños y de la paz. Alborotas mi quietud y desesperas mi calma. Eres atenuante como las tardes de verano e inquieta como las olas de mar. Presumes y especulas ideas turbias e incoherentes. El silencio es tu cómplice y tu condena a la vez. Eres maldita.

Me arrepiento de haberte conocido, pero es tarde para los lamentos. Me resigno a tu perpetua compañía y a tu eterna infelicidad. Nunca podrás ser feliz porque nadie lo es a tu lado.


No lo niego, quizá nunca me haces mal, quizá a veces eres mi mal necesario, mi rinconcito de paz, pero entiendo que darte cabida es como jugar con fuego. Yo ya me quemé muchas veces y no busco hacerlo una vez más. Nunca imaginé un futuro juntos, pero ahora lo tenemos. Ese futuro que nunca quise, se hizo realidad. No estoy preparado para llevar una vida juntos. No puedo. Aún soy vulnerable a las habladurías y decaigo rápido a tu merced. Por mi bien es mejor distanciarnos e intentar olvidarnos. Sé que te irá mejor sin mí. Yo estoy convencido de que me irá mejor sin ti. No merecemos un destino juntos. Hasta hoy lo intentamos pero ya ves, no se pudo (o al menos yo no pude). Lo siento, en verdad lo siento.

Hoy me permito abandonarte porque no sé hacer más que eso: que dejar todo a la deriva. Dejo todo y abandono nuestros recuerdos porque me canse de ti, aunque a veces tu presencia me ayuda un poco, me salva, me libera.

Ahora, justo ahora, la nostalgia invade mi corazón como cuando estaba contigo. No sé si te guardo cariño o rencor, pero algo generas en mí. A veces incomodidad, pero esta vez es algo más intenso, más profundo.

Antes de irte, debes saber que me he enamorado, que hace algunas semanas estoy con una chica que me hace feliz y que gracias a ella, ya no te necesito. Discúlpame si soy repetitivo, pero es cierto, no te necesito. Tú sólo haces que yo pierda el tiempo y que los invierta en tristes pensamientos sin sentido. Te fascinaba eso, que yo mire los atardeceres a tu lado mientras me susurras al oído que la única felicidad es estar solo. Solo junto a ti. Ahora me siento engañado. Un pusilánime incompetente por confiar en ti. Eres venenosa, mezquina y miserable. Merecedora de todo mal y culpable de mis rencores.

Eres insoportable, pero nunca del todo.

Sé que en algún momento nos volveremos a cruzar. Quizá como extraños, quizá como conocidos que nunca debieron conocerse.

Vaya que fueron muchos años los que convivimos. Años que compartimos juntos una historia. Fuiste tú, el motivo de que en mis noches enteras me dedique a escribir líneas avinagradas por el sinsabor de tu presencia.

Te voy a extrañar, quizá no como tú te lo esperas, pero créeme que lo haré. Y aunque hoy te vayas, seguirás siendo parte de mí.
Nunca tuve una despedida, y espero ésta no sea la primera. Sé que aunque quiera olvidarte, no podré hacerlo, de todas formas algún día volverás. Sólo espero que no sea pronto. Adiós, ve y busca tu propio rumbo. Aléjate de mí, márchate para siempre si es posible, ya no te necesito, soledad.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Para Ale

Nunca pensé que seríamos enamorados. Cuando la conocí, a ella le gustaba un chico de su universidad y yo apenas era un desconocido que intentaba conocerla. Jamás pensé que viviría lo que ahora vivo a su lado.

Poco a poco fuimos conociéndonos a través del chat. Sinceramente yo tenía la ligera esperanza de poder ser su amigo, por suerte mi intuición me traicionó y rápidamente fuimos estableciendo una buena relación.

Ella me contaba a diario del chico que le gustaba, me hablaba mucho de él. Yo me permití llamar al chico con el pseudónimo de "el mudito" porque siempre hablaban por teléfono pero nunca en persona. Yo sabía que ese chico ocupaba sus pensamientos y un espacio de su corazón,pero nunca supe, y quizá ella tampoco, de las vueltas que daba la vida ni de los encuentros que nos deparaba el destino.

Un día decidimos vernos y conocernos en persona. Ella me atrajo desde el principio (desde la primera vez que vi sus fotos a través de Facebook).

Aquella tarde en que nos conocimos me di cuenta que era más guapa de lo que me imaginaba. Las fotos mentían y ocultaban lo que en verdad ella era en persona. Extrañamente, después de esa primera salida, ella dejó de hablarme del chico que le gustaba y todo se centraba entorno a nosotros.

Días después tuve que irme de viaje y ausentarme por casi 2 meses. No por eso perdimos comunicación.

Cuando volví de viaje, en febrero de este año, decidimos vernos por segunda vez.

La noche se nos hizo corta pero me bastó verla por segunda vez para saber que ella tenía la facultad de hacerme olvidar del mundo entero. Su sola presencia me inquietaba y despertaba sentimientos ocultos en mí.

Luego nuestros encuentros se volvieron más frecuentes. Mis sentimientos se nutrían de aquellas visitas inolvidables. Estar a su lado me dejaba siempre una sensación de felicidad y tranquilidad inexplicable. No encuentro palabras para describir lo que siento cuando estoy con ella.

Con el pasar de los días, sabía que era necesario decirle lo que sentía, pero no encontraba el momento ideal. Luego descubrí que los momentos ideales no existen, sino que uno los genera. Y así fue, una tarde mientras ambos estábamos en un trance sometidos por el silencio, decidí coger sus manos, sentarme junto a ella y abrirle el corazón para por fin confesarle mis sentimientos. Le propuse que fuera mi enamorada. Ella no me creía. Quizá consternada por la propuesta. Quizá una oferta que a ella no le convenía. Vi en sus ojos un resplandor titubeante de esperanza y de aceptación. Ella prefirió callar y romper el silencio con un beso. Me sentí indefenso. Vulnerable al calor tibio de sus labios. No podía creerlo. Alejandra, la chica que meses antes había conocido mediante una red social, ahora me besaba. Ahora sabía lo que yo sentía por ella y ya no por indirectas ni cancioncitas que yo le dedicaba. Todo me fue inesperado. Aquel día no pensé demostrarle mi amor, pero sabía que no podía seguir callando. No podía dejar pasar un día sin pedirle que fuese mi chica. Yo moría por ser su enamorado y por atreverme a decírselo.

Ese día nos besamos mil veces. Los abrazos y las caricias complementaron una tarde especial. Una tarde junto a ella, junto Alejandra, la chica que me había robado los pensamientos y el corazón, y por mi bien, era mejor que ella lo conserve.

Ahora somos enamorados y soy muy feliz con ella.

Sé que nunca se lo digo, pero es fácil llegarla a querer.

Y el cariño que siento por ella enardece más cuando nos damos esos infinitos besos nocturnos mientras la noche nos oculta del mundo entero. Donde intentamos huir a un espacio inhabitable, peligroso, apasionado. Es tanto el sentimiento que ella genera en mí que a veces temo que sea verdad. No me gustaría separarme de ella. No podría.

Cada noche cuando nos despedimos, siento que una parte de mí se queda con ella. Ya nada es igual desde que nos conocemos. Un día sin verla es un día incompleto o un día que no terminará de ser perfecto.

Hoy es su cumpleaños, y no encontré mejor forma que saludarla por este medio. Feliz cumpleaños, Alejandrita de mi corazón!

martes, 1 de marzo de 2011

¿Existe el amor de nuestras vidas?

Educarnos en el juego del amor es difícil, es un camino arriesgado, un trayecto que bordea el abismo de la infelicidad y del sufrimiento, pero como todo, debemos arriesgarnos a esa aventura si queremos ser felices. Nunca nadie dice que enamorarse es fácil. Cuesta. Pero como todo sacrificio, vale la pena.

Determinar un concepto para el amor, es difícil. Yo no me atrevería a darlo. Es complicado describir la sensación que provoca este sentimiento en nosotros.
Hace unos días leí un escrito que un amigo hizo acerca del amor, la verdad es que aquel escrito me dejó muchas variables cuestionables. Muchas preguntas sin responder y una sensación de intranquilidad.

Es cierto que el amor te cambia la vida y modifica tu visión acerca del mundo, pero es verdad también que no hay forma de generalizar lo que ese sentimiento provoca en cada uno de nosotros. No todos sentimos igual. Uno puede llegar a enamorarse y sentir un cariño muy especial por alguien, puede aferrarse al amor y creer a ciegas en esa persona, pero no por eso su amor es mejor al de los demás. Yo estoy enamorado, y sé que hay miles de personas que lo están, pero eso no significa que mi amor sea igual al de ellos.

La sensación que siento cuando estoy al lado de mi enamorada no es la misma que otras personas puedan sentir cuando están con sus enamoradas. A mí me puede hacer feliz una sonrisa, una caricia, una muestra de afecto inesperado, un instante de ternura, en cambio a otras personas les puede hacer feliz un beso, un momento de placer, un sigiloso encuentro apasionado. El amor es distinto para todos.
El amor que siento por la chica de quien estoy enamorado es inigualable. Nadie puede comparar lo que yo siento.

Tengo la ligera sospecha de que el amor es uno solo, pero infinita en cuanto a la sensación que genera en cada uno de nosotros. Algunos se enamoran con el corazón, otros por el deseo, unos por impulso, y muchos otros por compatibilidad y atracción física. Yo soy un fiel creyente que para amar de verdad tiene que existir la unión de todos estos componentes. No es que el amor sea una especie de fusión alquimista, sino que es ideal sentir una mezcla de reacciones en diferentes momentos. Existen los momentos tiernos, románticos, los momentos apasionados y los instantes de placer. Todos éstos son periodos que el amor nos hace experimentar. Todos están vinculados a un solo sentimiento. Un espacio donde amor se vuelve multifuncional.

Es difícil comprender los sentimientos, yo no intento hacerlo porque siempre serán eso: un sentimiento. Por lo tanto hay que vivirlo como tal, como una reacción interna difícil de deducir. No creo que haya persona alguna que se atreva a dar un concepto general del amor. Será como hallar un resultado inverosímil. Inexistente.
Hace algunos años, cuando aún intentaba hacer cartas de amor y poemas en secreto para algún amor infantil, llegué a creer que el amor de mi vida no existe.
Uno nunca llega a saber quién será el amor de su vida. Es mentira decir que existe una persona destinada para nosotros. Yo no creo en eso. Creo, más bien, en la lucha incesante por conservar el cariño de una persona, en el esfuerzo mutuo por preservar el amor.

Entonces, el amor de nuestras vidas no necesariamente es aquella persona que el destino elige para nosotros, sino que, es la persona que nosotros elegimos para que nos acompañe en el transcurso de nuestras vidas.
Solo cuando llegue el momento de partir, de dejar este mundo, y tengas al lado a la persona que elegiste, sabrás si ésa fue la persona destinada para ti, sabrás si en verdad, es el amor de tu vida. Y te darás cuenta que el destino no te impone un amor, sino que tú lo eliges. Tú decides quién entra en tu corazón y quién será dueño de tus sentimientos. Si la persona te acompaña, o no, en el transcurso de tu vida, eso depende de ambos. Es una lucha diaria, un combate incesante, una guerra sucia, un conflicto con la inseguridad, con los celos, con el miedo a perder, con la tristeza, con los días de soledad. Si en algún momento decides rendirte y darles tregua a estos desleales consejeros, entonces llegará el día en que pierdas a esa persona que tanto amaste.

De momento, aún sé poco acerca del amor, creo que nunca llegaré a entenderlo. Pero puedo dar fe que es una experiencia inigualable, nada se compara con la sensación de estar enamorado.

Yo no soy un creyente de Dios, pero si existe uno, le agradezco por haber tenido la suficiente sabiduría de otorgarnos el placer de amar y ser amado.