sábado, 29 de enero de 2011

Poema XIV

De pronto te extraño, te extraño como un viejo recuerdo.
El silencio no es un buen consejero pero me ayuda a recordarte
y a conservar recuerdos de un futuro encuentro inminente.

¡Somos tan distintos!
Sin embargo, nuestra única semejanza, es nuestra diferencia.

De pronto te pienso, y pienso en silencio si piensas en mí como yo lo hago contigo.

Hoy he vuelto a verte como cada madrugada.
Permanecías callada y distante. Constelada como la noche.
Y te ausentaste en mi presencia y te presentaste en mi ausencia.

El tiempo nos separa, y nos une tambien.

El misterio no es tu mayor virtud ni el silencio tu mejor cómplice,
no sé cómo lo haces pero, eres, mujer, inmensamente indecifrable. Inalcanzable. Me encantas.

Somos, de pronto, el resultado de nuestros miedos
y, a veces, el miedo de nuestro resultado al prescindir un futuro juntos.

Hoy, como noches anteriores, huyo en secreto de mi realidad junto a ti.
Escapamos a lo desconocido.
Disfrutamos de nuestra compañía y descubrimos que, aquel sueño nocturno,
no es más que nuestro destino.

miércoles, 19 de enero de 2011

La loca

Esta chica fue mi enamorada hace algunos meses atrás. El pseudónimo de loca fue otorgado por mis amigos debido a las cosas que ella escribía por el Facebook y por su peculiar apariencia extravagante. Nunca esperé nada malo de ella, pero parece ser que me equivoqué.

La conocí hace 6 meses por casualidad y mediante mi prima. Yo fui muy descortés y juguetón al principio. Ella me decía para vernos en persona ya que sólo manteníamos conversaciones por Messenger pero yo siempre la paseaba y le decía que pronto nos veríamos, pero en realidad no tenía ganas de verla ni mucho menos de conocerla pese a que ella me caía súper bien. Cierto día logró convencerme.

La primera vez que salimos fuimos al cine. Yo fui acompañado de mi prima porque ambas se conocían. Después de aquella primera salida, me convencí de que no quería volver a ver a esa chica porque me pareció muy regalona y muy mandada, pues en esa primera salida que tuvimos la chica me abrazaba y me hacía cariñito en plena oscuridad del cine. Incluso cuando terminó la película ella quería llevarme a tomar unos tragos, es decir, quería embriagarse conmigo. Yo me opuse totalmente a su proposición y preferí dejar todo ahí. Tuve miedo, es verdad. Y se lo confesé a mi prima cuando volvimos a casa. Es más, le dije que no volvería a ver a su amiga porque no me gustaba su forma de comportarse. Mi prima me apoyó y me dijo que su amiga no me convenía porque era muy obsesionada con los chicos y que no los deja en paz.

A las semanas siguientes volví a salir con esa chica. A las pocas semanas de conocernos ella me propuso ser enamorados. Yo no estaba seguro de comprometerme. Ciertamente no sentía nada por ella y tampoco esperaba sentir algo en el futuro, sin embargo algo dentro de mí me decía que lo intente, que quizá valga la pena intentarlo. Yo ya había sufrido mucho por amor y presentía que esa chica podría hacerme feliz. Así que lo intenté y, por propuesta mía, fui su enamorado.

Durante nuestra relación todo iba bien y llegué a sentir un cariño especial por ella pero desgraciadamente ese cariño no era suficiente. Yo le conté cosas muy personales, le confesé secretos que en realidad no eran secretos porque ya se lo había contado a algunas personas.

Ella me prometió que nunca revelaría nada y yo le creí. Todo iba bien hasta que ambos cometimos un grabe error: durante nuestro romance nombrábamos a nuestras ex´s parejas. Ella me decía que su ex enamorado le había hecho mucho daño, que incluso le había sido infiel y que ella prefería mantenerlo como amigo, porque como enamorado no tenía sentido. Sin embargo, él le insistía para volver y le decía que estaba arrepentido por todo lo que había pasado, pero ella no daba su brazo a torcer (a menos eso era lo que ella me contaba).

Yo a veces no le creía pero tampoco me disgustaba que tenga cierta comunicación con su ex, aunque muchas veces éstas sean en persona. Ella había sufrido mucho por él (eso era lo que ella me daba a entender) y no quería volver a sufrir. Siempre me daba excusas para no volver con él o para contarme anécdotas tristes y vacías. Yo, por el contrario, le decía que mi ex enamorada era una chica increíble, que era la mujer de quien más me había enamorado y que a pesar de estar distanciado de ella aún le guardaba cierto cariño muy especial. Nunca le escondí nada, y tampoco tenía por qué hacerlo, no tenía por qué ocultar mis sentimientos. Yo no me avergonzaba de ellos. Además yo quería recordar de ese modo a mi ex enamorada: con cariño y no con rencor, pues con ella fui muy feliz aunque también viví momentos que quisiera no volver a vivir jamás, pero de nada sirve agoviarme y llenarme el corazón de malos sentimientos.

Dos meses después, decidí terminar con el romance que tenía con "la loca". Le dije que era mejor no seguir porque yo no estaba enamorado. Ella me odió y me hizo sentir culpable de todo. Yo me puse triste y me sentí de lo peor. Me sentía una persona frívola y cruel por hacer sufrir a una chica que sólo se dedicó a darme amor mientras yo le pagaba con tristeza y dolor. Era injusto para ella haberse encontrado con un tipo tan miserable como yo. Sin embargo, a los pocos días de haber terminado conmigo, me enteré que volvió con su ex enamorado, con aquel tipo que la hizo sufrir y que ella me juraba que no volvería porque él no la merecía. A mí no me afectó en absoluto que haya vuelto con él e incluso me dio gusto la noticia. A los días ella se permitió bloquearme la entrada a su muro de Facebook, yo no le reclamé nada porque quizá a ella le daba vergüenza que yo me entere que había vuelto con el tipo que la hizo sufrir y que le había sido infiel en el pasado, lo que ella no sabía es que yo ya estaba enterado y no sentía ningún remordimiento sino mucha alegría.

Nunca perdí comunicación con ella, aunque cada vez nos comunicábamos menos. Las pocas veces que nos escribíamos por el Chat, ella me decía que sus papás preguntaban por mí y querían que vaya a visitarlos. A mí no me parecía oportuno verla de momento porque ella tenía enamorado, además no quería que pensase que yo la buscaba con la finalidad de volver a tener algo con ella, por eso me mantuve al margen por un tiempo, pero ella insistía en vernos e incluso quería ir a mi casa. Yo no veía apropiado que me buscase porque ella ya tenía enamorado. Es por eso que un día, sin previo aviso, yo fui a visitarla.

Cuando llegué a su casa saludé a su papá y él me recibió muy contento. Cuando ingresé me topé con su hija. Ella me saludó muy sorprendida y me invitó a pasar a su sala. Al entrar, vi a un chico en su sala, aquel tipo era su enamorado. Me quedé frío al verlo, no esperaba encontrármelo. Ella nos presentó y nos saludamos con un gesto distante y fugaz. Aquel día ese tipo me mandaba indirectas, yo me hacía el cojudo pero en el fondo entendía todo lo que me trataba de decir. Él me daba a entender que yo era gay. A mí sinceramente me daba igual. Me percaté también que el chico la trataba mal, de forma poco romántica y egoísta.

Al rato de haber llegado, la señora Amelia (mamá de ella) apareció en su sala y yo me alegré de verla y me acerqué para darle un besito y un abrazo cariñoso. La señora Amelia me miró enrarecida y sonrió diciendo: “Hola… ehmm ¿cómo es que te llamabas? Me pareció raro que no recuerde mi nombre. Por desgracia, ese día, me enteré de cosas que hubiera preferido no enterarme.

Ese día la señora me preguntó qué había sido de mi vida. Yo le dije que constantemente le mandaba saludos mediante su hija y le agradecí por preguntar a su hija por mí y querer que la visité. Ella me dijo que su hija nunca le hizo llegar mis saludos y, por lo tanto, si la señora no recibía mis saludos y no recordaba ni mi nombre, era evidente que tampoco le decía a su hija que yo vaya a visitarlas. Muy por el contrario, me pareció que todo era un invento de su hija para querer verme.

Aquel día me fui muy humillado de aquella casa porque me sentí utilizado y manipulado por los caprichos de una chica, y lo que más pena me dio fue haber sido engañado por una loca. Una vez más fui un imbécil manipulado por una mujer.

Por último, esta misma chica, le ha dicho a ciertas personas que yo soy gay y ha revelado ciertas cosas que yo le confesé en secreto. Sospecho que ha usado esa misma artimaña ridícula, y de lo más bajo, para volver con su ex chico. Seguro le ha dicho que yo soy un maricón para que vuelvan a estar juntos. Ahora entiendo las indirectas de su chico cuando lo conocí. Yo no sé que carajo le importa si soy gay o no, que se dediqué a su vida y que sea feliz con el chico que la hizo infeliz. Que me deje en paz y que haga con su vida lo que quiera.

Ahora siento lástima y pena por creer en ella y por confiarle ciertas cosas. Es más, aquella confesión que le hice se trataba de que un chico que estudiaba conmigo era gay y que quería conmigo. Y también que ese chico no era nada feo. Además que una vez un amigo mío me dio un piquito cuando estábamos ebrios y que aquel mismo amigo dormía conmigo porque se quedaba a dormir en mi casa cada vez que salíamos a las fiestas. Ella siempre me malinterpretaba y pensaba lo peor. Ahora sinceramente le digo que se meta por el culo todas mis confesiones y que aprenda a ser mejor persona.

lunes, 17 de enero de 2011

El pendejito mujeriego

Una vez más me gané un conflicto innecesario. No entiendo por qué siempre termino siendo acusado sin sentido y atacado con términos ofensivos y envenenados. Soy el centro de los prejuicios y adquisidor de las canalladas, por lo visto.

Bueno, comencemos.

Hace un tiempo conocí a una chica. Ella no quiere que ponga su nombre en ninguno de mis escritos, aunque tampoco sabe que escribo sobre ella. Por este motivo la llamaremos Alexandra. Somos amigos hace unos meses. Llevamos una relación extraña. Somos amigos y nos llevamos muy bien pero nos gusta tratarnos mal.
Hace un tiempo se ha venido desarrollando una serie de malos entendidos entre nosotros. Algunos amigos y amigas de ella piensan que Alexandra y yo tenemos algo, pero en realidad no tenemos nada, sólo la pasamos bien, nos reímos juntos, nos contamos ciertas cosas que nos pasan y tratamos de ayudarnos en lo que podamos, aunque permanezcamos siempre lejos y todo sea a través del chat.

Hace 6 meses, en julio del año pasado, estuve con su amiga. Tuve un romance algo accidentado al principio e insidioso al final. Debido a ello algunos amigos suyos (en especial uno que dice llamarse Iván) me tilda de ser un “pendejito mujeriego” que sólo intenta jugar con ella (con Alexandra), que soy una mala persona porque estuve con su amiga sin estar enamorado de ella (no sé si Iván sepa pero, la chica con la que estuve tampoco se enamoró de mí, además ella fue la que insistió para ser enamorados sabiendo que: lo que yo sentía no era amor. Lo que sí debo aclarar es que a pesar de no estar enamorado de aquella chica sí la quise demasiado e intenté hacerla feliz pero mis intentos siempre fracasaban y al final tomé la decisión de terminar con nuestra falsa relación porque no tenía sentido estar con alguien sin estar enamorado. Además, para variar, esa chica consiguió otro enamorado a los pocos días de haber terminar conmigo). Ahora me pregunto: ¿por qué tendría que otorgárseme ese término tan cruel y excesivo de “pendejito mujeriego”?
Para empezar, yo no tengo nada con Alexandra, así que no podría ser dueño de aquella ofensa cobarde, y si lo tuviera tampoco lo sería.

Haber, aclaremos algo: quizá Iván sí tenga razón y sí soy pendejito, pero del modo formal y correcto, como lo dice la Real Academia Española. Ahí sí me declararía un total pendejo, uno de los mejores y más aventajados, y es que pendejo no es más que los vellos púbicos. Pero si se refiere al significado vulgar y chabacano al que seguramente está acostumbrado, se equivoca. Y referido a ser mujeriego… puede que también tenga razón. Uno no tiene la culpa de encontrar chicas lindas por la calle ni de ser tan vulnerable a sus encantos, pero debo aclararle que cuando uno se enamora no hace falta ver a nadie más pues sólo una persona es la que puede hacerte feliz, y eso él lo debe saber si alguna vez se ha enamorado. Los ojos podrán ver a millones de mujeres por el mundo, pero el corazón sólo late por una.

Explicado esto, no sé por qué Iván se exaspera y se enardece y se enfurece y me llama de tal modo si ni siquiera me conoce. No digo que yo sea un angelito pero no creo merecer tal ofensa desleal y canallesca. Iván está empeñado en que yo voy hacer daño a Alexandra, que soy un descorazonado que sólo se burla de las mujeres y que soy de lo peor. Lo que Iván no sabe es que día a día me burlo de Alexandra y ella de mí. Nos lanzamos burlas sin maldad. Ambos nos fastidiamos por el Chat y disfrutamos de nuestras jodas y de nuestras tonterías inofensivas. A menudo nuestras bromas son inocentes y divertidas. Ninguno de los dos nos hacemos daño, aunque tampoco tenemos razones para hacerlo. Por lo tanto, no entiendo de dónde saca Iván la idea de que yo voy hacerle daño a Alexandra si ni siquiera se me ha pasado por la cabeza hacerlo. Yo no quiero lastimar a nadie ni tengo la intención de dañar a nadie ni de burlarme ni de herir a nadie. Todo lo contrario, siempre deseo tener menos problemas y evitar malos entendidos y peleas con el resto. Yo no pienso quitarle a su amiga ni tampoco quiero tenerle bronca a él por ser prejuicioso conmigo. Quiero creer que todo esto no es más que un malentendido fugaz que no tendrá mayor repercusión en el futuro.
En realidad no me siento ofendido de ningún modo. No creo ser capaz de ser como Iván me describe o como él se imagina que soy. Soy a penas un chiquillo que intenta conocer nuevas personas y entre ellas está su amiga (Alexandra), no es mi culpa que tengamos los mismos gustos para las amistades.

Imagino que aquel chico (Iván) debe sentir algo más fuerte que una simple amistad por nuestra amiga Alexandra. No lo culpo. Ella no es nada fea. Pero me parece poco honorable que use ciertas artimañas para atacarme y ponerme en hacke y dejarme de lado. Yo no intento robarle nada, es más, nunca le he hablado a Alexandra de amor ni he intentado buscar tener algo más allá que su amistad. Además ¿si me gustase qué? No tiene nada de malo enamorarme de ella. Uno no decide en el corazón ni en los sentimientos, simplemente las cosas se dan y punto. Así que tampoco hay tanto problema, se lo aseguro.

Una vez leí que: “el amor es una cosa maravillosa que saca lo peor de uno”. Quizá el mejor ejemplo de aquella frase tenga fundamentos en lo que está pasando con este muchacho. Yo no pienso competir con nadie ni pienso jugar de modo cruel ni ofensivo sólo por ganarme el cariño de una persona. El cariño no es un premio que se recibe tras un combate o una riña, sino que se gana a base de buen trato, comprensión y solidaridad. Yo no creo ser una persona mala, pero si lo fuera, lo último que haría es rebajarme a jugar del mismo modo que el enemigo. Y como él no es mi enemigo, porque ni siquiera lo conozco ni mucho menos sé si es mala persona, no tengo por qué guardarle rencor por algunos comentarios desafortunados que dijo en contra de mí.

Por ahora el único concepto que me llevo de él es que tiene un carácter rígido, características de una persona severa y poco flexible cuando se siente amenazado. Pero que se entere: yo no soy una amenaza. Si él lo cree así, entonces que me disculpe porque no es mi intención serlo.

Lo último que quiero agregar antes de terminar este post es que: me parece genial que se preocupe por Alexandra y que cuide de ella. Es muy admirable de su parte intentar buscar lo mejor para su amiga (que si por él fuera, serían más que amigos - y no lo culpo, sino que lo felicito por tener buen gusto- ). Espero que siga siendo tan sobreprotector y cariñoso con ella, pues ella se lo merece.
Mientras tanto seguiré siendo amigo de Alexandra, de nuestra amiga Alexandra para ser menos egoísta. Ella es genial y no se merece que dos chicos se peleen por malos entendidos. Es mejor preservar una amistad que perderla por banalidades.

jueves, 13 de enero de 2011

Los piratas

Mis amigos no serán los mejores del mundo pero lo compensan con sus ocurrencias. Siempre me hacen olvidar de mis problemas, y a veces me ayudan a solucionarlo. Me divierte planear alguna salida con ellos porque sé que todo terminará en aburrimiento y lamentos vanos. Por lo general siempre nos aburrimos cuando salimos a fiestas, pero aún así me gusta salir con ellos porque nos las ingeniamos para burlarnos de nuestros fracasos. Son increíbles. No los cambiaría por nada.

Daniel:
Somos 4. Todos nos conocimos en el colegio. Al principio nos llevábamos mal. Uno de ellos, el más cachetón y más viejo y, quizá, el más divertido y gracioso, fue mi amigo de casualidad. Todo comenzó en 3er año de secundaria, cuando todos los alumnos fuimos cambiados de salón por una decisión extraña del director. “Kiko”, como era conocido en aquel entonces, fue cambiado a mi salón. Los primeros días de clase él se sentaba solito al fondo y no hablaba con nadie. Su nombre verdadero era Daniel Pet. Semanas después de haber empezado el año escolar, Daniel ya tenía amigos e incluso era muy querido en mi salón. Empezó a caerle bien a todos mis compañeros gracias a su simpatía y buen humor. Yo no me atrevía a hablarle. Yo permanecía distante y poco me interesaba lo que él hacía con su vida. Un día, en el recreo, él se me acercó y me dijo que una chica quería conmigo, que yo le gustaba a esa chica. Yo le dije que ya tenía enamorada, pero se lo dije de forma cortante. Los días siguientes él seguía con lo mismo, se me acercaba y me hablaba de la chica. Incluso me recomendó que agarre con ella, que le dé un besito y después la dejase. Yo me rehusaba pero él insistía. Tiempo después me confesó que la chica le gustaba, que él estaba enamorado de ella y que simplemente me ayudaba porque ella se lo había pedido de favor. Él se tragó su cariño por la chica y quiso que ella sea feliz, y se enamoró de tal manera que no le importaba que la chica sea feliz con otra persona, él sólo quería lo mejor para ella. Lo que él no sabía cuando me hizo esa confesión es que yo me estaba enamorando de la chica, pero preferí dejarlo ahí y pasar del tema porque había ganado un amigo para toda la vida y no tenía sentido pelearnos por una chica.

Al finalizar el año escolar, me besé con aquella chica y terminamos por ser novios. Duramos apenas dos semanas. Daniel se había enamorado de otra niña y ya no había rencores. Nunca supe cómo aquel muchachito cachetón, inquieto, irreverente, miedoso, tonto, romántico y estafador, se había convertido en mi mejor amigo, pero aún así, agradezco mucho haberlo conocido y por ser un amigo genial e incondicional, a pesar de querer robarme mi cámara fotográfica y querer ver pornografía en mi computadora cuando llegamos ebrios después de alguna fiesta sabática.

Víctor:
A este otro amigo lo conocí de forma accidentada en 4to de secundaria. Él era nuevo en mi salón. Había repetido 1 año. Yo no tenía ganas de ser su amigo. Me bastaba con los que tenía. Siempre fui así: poco social y reservado. Un día, en hora de clase, él estaba fastidiando a todos mis compañeros tirándoles papelitos con una liga que lo usaba como resortera. En una ocasión, uno de esos papelitos casi me cae en el rostro. Yo volteé y lo miré con severidad, dándole a entender que tenga cuidado con su jueguito de niño malo y rebelde. Al rato, uno de sus papelitos me cayó en la mejía y lo enrojeció. Yo me sobé y volví a mirarlo, pero estaba vez ya no era una advertencia, sino le miré desafiante y vengativo.

A la salida, cogí mi mochila y fui a buscarlo al balcón del colegio pero no lo encontré. El muy marica se había corrido. Fui a buscarlo al paradero porque yo no pensaba dejar pasar su payasada. Al verlo en el paradero, me saqué la mochila y se la di a Daniel, quien en ese entonces ya era mi amigo y andábamos juntos a todas partes. Me acerqué a Antonio Camarita Munaylla, el intrépido chico que había osado joderme en clase.

Cuando me acerqué le empujé y empezamos a pelearnos en la calle, pero inmediatamente nuestros amigos se metieron y nos separaron.

Dos días después nos volvimos a ver, él estaba con su enamorada y yo estaba solo. Al vernos él se me acercó para disculparse pero yo no acepté sus disculpas. Me hice el orgulloso y quería tomar venganza. Él se llenó de valor y me dijo: “si quieres pegarme, pégame, de repente así te tranquilizas”. Yo lo miré con odio porque me reventaba que se haga el buenito delante de su enamorada cuando dos días antes, el pendejito ése, me había volteado la cara enrojeciéndola con su liguita asesina, yo no soporté más y le tiré un puñete en la cara en plena vía pública. En eso, de milagro, apareció mi mamá y nos separó (nunca supe cómo apareció mi mamá en ese preciso lugar y en el momento perfecto, fue como enviada por Dios para calmar mi enojo y evitar que me pelee).

Al día siguiente, Antonio y yo fuimos a la dirección porque ya todo el colegio se había enterado de nuestra pelea. Ambos firmamos un acuerdo hecho por el director en el cual nos comprometíamos a llevarnos bien sino seríamos suspendidos temporalmente del colegio. A mí me daba igual llevarme bien con ese tipo, mientras no me joda, todo estaría tranquilo. Semanas después hubo una fiesta cerca de mi casa de una amiga que él y yo conocíamos, y entre copas nos hicimos amigos y dejamos todo rencor de lado. Desde ese momento Victor Camarita Munaylla, ha sido uno de mis mejores amigos y ha sido cómplice de mil aventuras y de seguro lo seguirá siendo por mucho tiempo…

Leo:
Él es el más pastrulo de los 4, el más intoxicado y, quizá, el que mejor disfruta del sexo. Él estudió en primaria en mi colegio, luego fue cambiado pero volvió en la secundaria. Cuando volvió en 4to de secundaria, fue ubicado en mi salón. Él se sentaba al fondo. Tenía un aire intelectual y algo nerd por el gruesor de sus lentes y el peinado raya al medio que tenía. Era callado y parecía no importarle el resto. Aquel chico se llamaba Leo Rohn Bejarano, aunque él se llamaba así mismo “The killer”. Su pseudónimo no tenía nada que ver con su apariencia física.

A pesar que no nos hablábamos, siempre nos juntábamos en el recreo para jugar partido. Un día, en uno de esos partidos bruscos y con roces agresivos, yo tenía la pelota en mis pies y amenazaba al arco rival con anotar un gol. De pronto, cuando estuve a punto de disparar, después de haberme llevado a dos compañeros, me acomodo para patear y hacer el gol, y Leo, conocido como The killer, el asesino de lentes gruesos y raya al medio, me robó el balón con una barrida brusca y exagerada. Aquella entrada ruda me había tumbado al piso e hizo que cayera de brazo, rompiéndome unos tendones del brazo derecho. Permanecí unos minutos en el piso.

Todos mis amigos pararon el juego y me decían que me pare, pensado, quizá, que yo estaba fingiendo pero en realidad me había lastimado. No podía mover el brazo porque me dolía demasiado. Mi amigo Daniel fue a reclamarle a Leo por aquella entrada descabellada. Mis amigas me auxiliaron rápidamente. Luego se acercó la bibliotecaria del colegio para ayudarme. Al ver mi estado, llamó inmediatamente a una ambulancia. Durante una semana las chicas de mi salón no le hablaban a Leo “the killer” por lo que me había hecho. Todos le hacían la ley del hielo como castigo a su brusquedad. Permanecí 15 días con yeso. Daniel me iba a visitar a mi casa e íbamos a jugar Play Station pese a tener el brazo lastimado. Cuando volví al colegio, Leo me pidió disculpas y yo las acepté sin rencor. Todo acto de rudeza había quedado en la cancha y no había nada que reclamar.


Hoy en día los 4 somos grandes amigos y, pese a haber terminado hace poco más de 3 años el colegio, aún seguimos viéndonos y seguimos siendo los mismos imbéciles de siempre. Somos los únicos de la promoción que nunca falta cuando hay algún reencuentro o alguna salida a alguna fiesta. Espero seguir contando con ellos y que ellos cuenten conmigo. No los quisiera perder por más diferencias que tengamos y por los mil errores y tonterías que solemos cometer a diario. Siempre nos jodemos horrible, pero en el fondo sabemos que ninguno quiere el mal para el otro. Ellos saben mil secretos míos y yo sé millones de secretos suyos. Ellos son mis mejores amigos, y espero que lo sean para toda la vida…