jueves, 14 de abril de 2011

Lima no es el Perú

En estas últimas semanas muchas personas de mi edad se han venido creyendo grandes conocedores de política. Muchos se atreven a pronosticar lo que podría pasar en el Perú después de las actuales elecciones nacionales que se ha prolongado hasta una segunda vuelta.

Es increíble cómo todos los jóvenes se alborotan, se atemorizan, se intimidan, se escandalizan y temen por la estabilidad económica del Perú. Apuesto mi vida a que muchas de esas personas no saben sobre las propuestas de los dos candidatos que siguen en lucha; sin embargo, critican de manera muy arbitraria las consecuencias del mal voto y acusan a las personas provincianas de ser ignorantes y de que gracias a ellos somos un país mediocre e incapaz.
De por sí, el Perú es un país que está mal desde hace muchos años. Es la herencia que nos han dejado gobiernos anteriores.

Todos los ciudadanos peruanos siempre nos quejamos de la falta de democracia, y ahora que la hay, nos quejamos de la misma. No soportamos que la decisión en mayoría de otras personas sea distinta a la nuestra y mucho peor que apoyen a un partido político radical.

Evidentemente más del 60% de personas en Lima querían que PPK gane las elecciones o tan siquiera pase a segunda vuelta, entre ellos muchos jóvenes. Lamentablemente las cosas no se dieron y ahora todos culpan al electorado provinciano de este gran error. ¡Señores, Lima no es el Perú! No sé de qué justicia hablamos y nos quejamos los peruanos si ni siquiera somos justos entre nosotros mismos. No respetamos la libertad de decisión, sino más bien la acusamos y menospreciamos con prejuicios.

Un tema importante en estas elecciones es el síndrome PPK que tuvo buenas y notorias consecuencias. Quizá este viejito que fue llamado por Toledo en el debate como “Mister Kuczynski”, sí tuvo influencia en los jóvenes y logró por fin involucrarlos en una decisión electoral seria y pudo llegar a ellos de manera directa. La pregunta es ¿PPK pudo llegar a los jóvenes a base de ideas o es que los jóvenes se acercaron a él por fines triviales y/o “moda”? Digo moda porque las pulseritas, los politos, el PPKuy y las infinidades de cosas que sacó, incluyendo la campaña en redes sociales, fueron muy aceptados por los jóvenes. Causó gran impacto entre ellos y tuvo como consecuencia la aceptación de estas personas, que por cierto son personitas muy fáciles de convencer y novatos en política; y, en el peor de los casos, poco informadas y dejadas a su suerte para ir detrás del mejor postor. Dicho de otra manera, son personas que otorgan su voto al candidato que confía en ellos y les obsequia algún detallito bonito para engancharlos.

Haber, si retrocedemos 11 o 15 años atrás, y recordamos la campaña de Alberto Fujimori, podríamos decir que él uso la misma estrategia que PPK, pero Fujimori lo hizo con las personas de provincia, por ese sector pobre del Perú que hoy vota por su hija Keiko en agradecimiento.

Si hacen un breve retroceso, recordarán que Fujimori regaló arroz, azúcar, víveres, productos de primera necesidad y se acercó a las personas que tenían escasos ingresos económicos. Estas personas necesitadas regalaron su voto a Fujimori a cambio de unos cuantos kilos de productos. Ahora PPK hace lo mismo con los jóvenes, les regala pulseritas, politos de diferentes colores, llaveros y se involucra en las redes sociales. Discúlpenme los simpatizantes de PPK pero él también les compró su voto así como Fujimori lo hizo con los más pobres en los años 90.

El peruano de por sí, es materialista. Las personas se alegran con algún regalito u obsequio. Se entusiasman. Por eso PPK tuvo gran aceptación entre jóvenes: por una buena estrategia de marketing.

A mi juicio, el señor PPK me parece un buen candidato. Es un probado personaje de éxito. Así lo demostró cuando estuvo a cargo del Ministerio de Energía y Minas y del Ministerio de Economía. Tiene grandes dotes para ser un gran presidente, sus ideas y su capacidad le ayudarían al Perú en su camino hacia el desarrollo. Según vi un informe en CNN, hace un tiempo el Perú está ubicado en el 2do país emergente en Latinoamérica y en constante crecimiento desde el 2001, año en que Alejandro Toledo estuvo a cargo del poder ejecutivo. Este crecimiento se puede truncar sabiendo que en la actualidad solamente contamos con el 'comandante' Ollanta Humala y la señora Keiko Fujimori como alternativas para la segunda vuelta. Ambas opciones tienen desaprobación por más del 40% de los peruanos. Nadie quisiera tenerlo como presidente en los próximos 5 años, por eso, como bien lo cataloga Mario Vargas Llosa a una revista española: “los peruanos tenemos la difícil decisión de elegir entre el sida y el cáncer”.

Aún queda secuelas de las acciones del fujimorismo en la década de los 90, muchas muertes, genocidios, masacres, conflictos internos entre civiles y militares, mucha injusticia. Sin embargo existen personas, en su mayoría gente de provincia, que ven a este partido político como héroe y salvador, debido a que el fujimorismo logró librarlos del terrorismo en los años de absoluto pánico nacional, pero en realidad 'el chinito dictador' que tuvimos como presidente décadas atrás, nunca terminó con el terrorismo, sino que simplemente lo arrinconó a un lado, lo acorraló, lo enjauló, minimizó su intensidad, pues hoy en día Sendero Luminoso sigue creciendo. Se viene nutriendo de nuevas personas (entre ellos niños). Aunque su líder máximo, el camarada Gonzalo, que no es otro más que Abimael Guzmán se encuentre en la cárcel y seguramente muera allí, sus seguidores seguirán desde su trinchera viendo el momento preciso para reaparecer, esta vez, quizá, con mayor fuerza.

Ahora, ciertamente, no sé por quién votarán los jóvenes que votaron por PPK. No sé lo que pase en la segunda vuelta. No sé quién irá a ganar. Es todavía un misterio que el tiempo terminará por revelar. Lo que sí sé, es que los que no somos simpatizantes de Humala ni de Keiko, estaremos en una posición muy difícil. Esta segunda vuelta será como ir a una cámara de gas y sentir que estamos siendo obligados a elegir la opción que, finalmente, terminará siendo un mal para nosotros mismos.

Quedará en nuestras memorias la remota idea de que aquí en el Perú un día existió la paz, hubo crecimiento económico y prevaleció la armonía. Creímos en el amor y hasta fuimos capaces de imaginarnos la felicidad y el desarrollo, pero por alguna razón extraña y profética, nunca quisimos superarnos y votamos por un presidente que terminó siendo, quizá, uno de los peores de la historia.