sábado, 8 de octubre de 2011

Si ella ha de saber algo

Estos días he estado comunicándome con Ale por Skype. Nos conectamos a altas horas de la noche. Hablamos y nos vemos mediante videollamadas. A mí me fastidia mucho la luz de mi cámara web porque me da de lleno en la cara, pero no se lo digo, pues vale la pena soportar ese fastidio.

Verla feliz mientras hablamos me hace feliz también, por eso siempre busco la manera de hacerla reír. Nada me gusta más que verla sonreír, y si es a mi lado mucho mejor.

Cuando nuestras conversaciones se hacen fluidas y nuestro único tema de interés es el amor, suelo llenarme de ternura y cedo indefenso a su presencia y acerco mi mano al monitor y creo tocar su rostro. Acaricio su imagen suavemente creyendo que ella está a allí, a mi lado.

Para que ella me regale una sonrisa, yo suelo hacerle gestos con mi rostro y ella sonríe y se divierte; por ratos se molesta porque no le gusta que la fastidie con fantasmas o con alucinaciones mías, en otros momentos me riñe como si fuese mi mamá y me sugiere que tome agua tibia para calmar la tos que tengo desde hace algunos días. Se preocupa mucho por mí y eso me encanta.

Ale, así me gusta decirle. Así la llamo también cuando le hablo a mis amigos de ella. Las veces que la menciono solo son para recordar algún momento romántico, no me gusta mencionar más de lo debido.

Con el tiempo he aprendido a quererla más y más. La quiero demasiado. A veces no sé cómo demostrárselo, pero sé que ella lo sabe. Mi forma de mirarla, de tocarla, de decirle palabras cuando estamos juntos, de abrazarla mientras dormimos, de robarle un beso mientras me habla o me riñe, todo aquello, son formas de expresarle mi amor, y no es un amor cualquiera, sino uno que se hace fuerte con el tiempo, con los días que tengo que esperar para verla, con la impaciencia que me atormenta cuando ella está lejos. Son mil cosas por las cuales no debemos estar separados, pero así es la vida. A esta edad el tiempo nos limita de muchas cosas, entre ellas del amor.

Qué raro es el destino, un día decidió que nosotros nos conozcamos para después, sin darnos cuenta, aquellos encuentros sirvieran para formar la relación que ahora tenemos. Aquellas lejanas tardes de febrero, fueron el inicio de lo que ahora es un amor absoluto, lleno de alegrías e ilusiones.

Aunque los días por ahora transcurran lentísimos y parezcan eternas las horas que estamos separados, yo estoy dispuesto a cuidar nuestro amor y a ser paciente en su espera cada fin de semana. Yo quiero ser la persona que cuide sus sueños y sus ilusiones. Quiero ayudarla en todo lo que pueda aunque muchas no puedo ayudarla en nada. Si ella he de saber algo ahora, es que ha vuelto de mí un chico sumamente enamorado, muy entregado a su amor. Y aunque hoy permanezca distante, quizá muy lejos de aquí, mis pensamientos siguen con ella, no se desprenden ni un instante de su recuerdo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lindo, de seguro estarán juntos por siempre! :)

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