jueves, 5 de enero de 2012

La primera vez: El cuartito

Cuando uno empieza a conocer los caminos del sexo y delplacer, muy pocas veces decide regresar; por el contrario, intentamos perdernos para nunca más volver.Uno como persona quiere quedarse allí para siempre y saciar sus “inquietudes”todas las veces posibles. Y si en el camino se encuentra una mujer que compartelos mismos deseos, genial.

Fue así que comenzó. Cuando Camila, mi novia a los 16 años, vivíaen Sol de La Molina apenas teníamos ciertos instantes apasionados. Una vez quese mudó a casa de su abuelita, empezamos hacer el amor con determinadafrecuencia porque teníamos ciertalibertad, nuestras locuras nos llevaron a lugares extremadamente raros, entreellos el cuartito.

El cuartito parecía un almacén, aunque también parecía unbaño. Era un poco de ambas cosas. Ahí dentro guardaban herramientas de recambio,algunas cajas y bolsas; había también un lavadero y un wáter. De vez en cuandoel cuartito estaba remodelado. Alguien entraba y acomodaba todo.

Ella vivía en el quinto piso. Su abuelita siempre renegabaporque se le hacía difícil subir hasta allá arriba. La primera vez que entramosfue porque estábamos locos por hacer el amor pero no sabíamos dónde hacerlo, lointentamos en la escalera pero no funcionó, no se podía, era muy incómodo, poreso entramos al cuartito, porque era el lugar perfecto para nuestro momento deintimidad.

Recuerdo que ese día estábamos muy calientes, dispuestos hacer cualquier cosa con tal desaciar las ganas ardientes que teníamos por desnudarnos, por sentirnos cerca,piel a piel, agitándonos con locura desenfrenada. Intentamos entrar alcuartito, ese lugar chiquito que siempre paraba vacío, pero entramos con miedo,quizá por nuestra timidez e inexperiencia. Yo me encontraba asustado, muy asustado, pero mis ganas por hacerlopodían más que mi miedo.

Estando dentro y con la puerta cerrada, empezamos atocarnos, a meter nuestras manos dentro de nuestras ropas, a desajustarnos lacorrea. Ella frotaba mi cuerpo y paseaba su mano dentro de mi bóxer; yoacariciaba su sexo y sentía cómo el placer me consumía. Después ella me bajó eljean y yo el suyo, desnudos en ese cuartito cómplice. Encerrados. Ella se sentóencima en el tanque del wáter y abrió sus piernas, yo me acerqué con mucho cuidado yse la metí despacito, habíamos lubricado bastante durante el juego sexual. Una vez dentro, empecé a agitarme entre sus piernas delgadas, me sacudí suavementemientras nos besábamos con una excitación que sólo nosotros conocíamos. Disfrutamos mucho de ese momento. Perdidosambos y alejados de toda razón. Inconscientes. Pero consientes de lo bien quela pasábamos.

Siempre fue así, lo hacíamos a nuestra manera, a nuestro antojo; a veces con temor yotras sin miedo a nada, entrerespiraciones intensas y aceleradas nos susurrábamos de qué forma lo queríamoshacer.

El cuartito tiene grandes recuerdos. Nosotros le dimos vida.Tiene una historia y un significado especial.

Un día nos dimos cuenta de que lo estaban remodelando.Nosotros ignorábamos lo que pasaría. Tiempo después el cuartito permaneceríacerrado, nos lo quitarían para siempre. Ya nunca más pudimos entrar a ese lugarque nos encantaba. A mí me gustaba entrar allí y hacerle el amor a Camila. Era un lugar diferente, un pocoincómodo y frío pero era nuestro. Nadie nos fastidiaba. Solo nosotros sabíamosaprovechar ese espacio chiquito. Lo convertimos en nuestro rinconcito de amor,era un lugar para nuestros ratos de placer. Allí conocí su cuerpo de mujer, yfue ahí que me di cuenta que no sólo la amaba, sino que también la deseaba.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

owww!! tu primera vez C:

Como hacer el amor a un hombre dijo...

Saludos carlos, que picante está este articulo jeje. Feliz año y que sigas conquistando nenas

Publicar un comentario