martes, 8 de septiembre de 2009

Noches interminables

Fueron pocas las noches que pasamos en mi habitación. Pocas las veces que vivíamos alejados del mundo exterior, y pocas también, las veces que nos amábamos con desbordante locura pasional en la posterioridad de mi cuarto. Yo la amaba con un torrente cariño descomunal. Ella se dejaba amar y enloquecía con mis infinitos besos inquietantes. Yo me sometía al capricho de su cuerpo. Ella se entregaba incontrolablemente. Yo la deseaba en silencio, pero ella, siempre astuta, lo sabía. Ella temblaba por la pasión que nos consumía. Yo la acariciaba con sutil ternura. Ella se perdía en mis labios extasiados mientras mis manos exploraban su bello cuerpo de mujer. Éramos muy felices, pues nos sometíamos al deseo mutuo del erotismo.



Un día, cuando no esperaba su visita, ella llegó a mi casa. No hubo tiempo para amarnos como incontables veces lo hicimos. Su visita fue efímera, rápida, lo suficiente como para decirle que la amaba.
Antes que se vaya, debido a que tenía un asunto que cumplir, puesto que formaba parte de una iglesia en la cual era catequista, me propuso y prometió que volvería al anochecer, yo acepté gustoso y le dije que prepararía algo especial para esa noche, ella sonrío y se marchó.

Me pasé la tarde planeando algún detalle que la pueda sorprender. Tuve mil ideas, pero ninguna la realicé.

Era de noche, de acuerdo con lo que me dijo, ella llegaría pronto. Yo la esperaba impaciente. Le había preparado panqueques. Si bien yo no sabía cocinar, pues no tenía el talento suficiente como para preparar algo sumamente delicioso, me esmeré mucho en hacer aquellos panqueques.
El tiempo pasaba y ella no llegaba. Mi alma entristecía con cada minuto que pasaba.

Era demasiado tarde, presentía lo peor, y con ello, mis ansias de verla se convertían en abúlicos pensamientos de desilusión.

Sonó el teléfono. Era ella, la mujer a quien tanto amé y esperaba con inquietante agonía.

- Amor, discúlpame, se me hizo tarde – Dijo taciturna.
- Descuida, por algo pasan las cosas – Le dije fingiendo mi tristeza.
- ¿Todavía puedo ir a tu casa? – Me preguntó. Al oír aquella pregunta, mi corazón palpitó muy deprisa.
- Claro – Respondí sin pensarlo.
- Está bien, ahí voy entonces, Fresita – Me dijo y colgó. Me decía Fresita porque cierta vez que nos vimos llegué oliendo a fresa, debido a que unas chicas del colectivo, que no conocía, me rociaron por casualidad un perfume de suave aroma a fresa.

Después de un largo rato de espera, ella llegó. Me obsequió un rotundo beso interminable por haberme hecho esperar tanto. Le dije que le había preparado panqueques, ella sonrió, pues sabía que yo era pésimo para la gastronomía. Me dijo que no había cenado. Entonces supuse que mis panqueques aliviarían su desenfrenado apetito nocturno.

Irónicamente, yo no quería probarlo, sólo deseaba besarla y probar el dulce manjar de sus labios. Antes de probar mí “experimento culinario”, subí a mi cuarto, hice unas cosas y volví a bajar.

Puse los panqueques en unos recipientes de porcelana. Le advertí que no comeríamos en la mesa, y lo que es más importante aún, que no ponga resistencia ni diga palabra alguna. Me miró con complicidad. Cogimos el recipiente y le propuse, decentemente, subir a mi cuarto.

Me sentía nervioso, mi pulso se aceleraba con cada grada de la escalera que ascendíamos. Llegamos a mi habitación, abrí la puerta y ella entró. Al entrar observó una mesita, la mesita donde cenaríamos, ubicado en el centro de mi cuarto, rodeada de pequeñas velas de colores que ambientaban y se extendían por toda la habitación, acompañadas por una ligera melodía emitida por mi computadora. Ella, al ver el decorado de mi cuarto, enmudeció, puso ojitos de huevo tibio y me miró con una ternura inexplicable.

- Discúlpame por la sencillez de mí detalle, sé que tú te mereces mucho más que esta simple demostración de amor – dije con voz suave, ignorando tal vez, que esa sería, mi última noche junto a ella…

1 comentarios:

Shin dijo...

La sencilles es lo de menos, lo que importa desde el fondo es saber que hiciste todo lo posible e inprobable por hacer feliz a alguien.

Yo tambien quiero que escribas sobre mi, se puede?

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