viernes, 18 de septiembre de 2009

Desconfianza

Siempre he tenido el problema estúpido de creer en lo que me dice la gente.
Muchas personas suelen decirme palabras que transforman mi débil mente en un holocausto de pensamientos agoviantes. La atrocidad y malicia que hay en mi entorno social hace que mis ilusiones se evaporen. No soporto vivir de una manera miserable ni mucho menos ser infeliz por comentarios turbios.
Por qué siempre me llegan tristes noticias de un amor que yo imagino perfecto. Por qué la gente añade veneno a sus comentarios. Estoy harto de oír cada cierto tiempo murmuraciones mezquinas. Por qué si juramos amarnos con cierta sinceridad tenemos que tolerar el montículo ruin de las habladurías.

Hace mucho tiempo, cuando tuve mi primera enamorada, tuve estos problemas. Ella estudiaba en otro colegio. Mis amigos la veían a diario, me decían que terminase con ella, que ella no me merecía, que yo era muy tonto por soportarla y por quererla del modo como la quería, me metían cizañas en la cabeza. En aquel tiempo no podía vivir en paz, los pensamientos me agobiaban día y noche. La desconfianza me consumía. Era difícil solventar aquel problema. La única solución era hablar con ella y pedirle explicaciones, decirle que cambiase y no haga cosas que la gente pueda malinterpretar.
Se lo dije. Me dijo que cambiaría, pues ella solo quería hacerme feliz, pero pasado un tiempo ella volvía a lo mismo, por más que yo le dijera que ciertas actitudes no me gustaban, ella me ignoraba y no me hacía caso. Así fue que de a poco mi amor fue disminuyendo, si ella no era capaz de calmar las turbulentas y asfixiantes olas de comentarios que llegaban a mí, ya no valía la pena seguir con una relación a la cual yo iba contra la corriente, evitando ser envestido por la desconfianza, mientras ella hacía lo que se le viniese en gana, es más, me molestaba sus infinitos comentarios ambiguos al momento de referirse a sus amigos. Sus propias palabras y actos determinados me hacían dudar de ella. Logrando así que los rumores obtengan fundamentos propios, dado que yo mismo me di cuenta de sus impropias actitudes para nuestra relación.

Yo tengo un concepto, y es que, si dos personas solo se dedican a amarse sinceramente, sin enrollarse en actos que puedan generar chismes malinterpretados, o producir un declive sentimental, pueden llegar a ser infinitamente feliz. Los chismes se generan porque algo está pasando.

Ahora, justo hoy, aquellos comentarios han vuelto a surgir de los confines de mi universo mental. Nuevamente estoy viviendo lo que viví en aquellos años catastróficos. No sé qué hacer ni cómo defenderme. Una nueva era glacial de comentarios se está apoderando de mí y no me deja vivir en paz, y lo peor es que no quiero terminar como terminé aquellos años, poniéndole fin a todo habiendo luchado solo…

1 comentarios:

Anónimo dijo...

kiem nu a tenidO descOnfianza ¡¡
haver .. iO zi
bueno nu abria descOnfiaza siempre y cuando
los hObres nu hicieran cada cosa
ayyyyyyyyyyyyyyyy ¡¡

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