miércoles, 23 de septiembre de 2009

El novio cobarde

Es viernes. Son las 4 de la tarde. Suena mi teléfono.
- ¿Aló?- contesto.
- ¡Hola Godoy! – dice una voz que no logro reconocer.
- ¿Si? – Pregunto confuso.
- Oye tonto, soy yo ¡María! – me dice.
- Disculpe señorita, con quién desea hablar – Bromeo con voz seria, luego suelto una carcajada y nos reímos juntos.

María es una amiga del colegio. Una chica odiosa, tierna, romántica, especial, atenta, detallosa, simpática, llorona, alegre, locuaz, arisca, en resumen, complicada. Tiene la piel blanca y suele reírse mucho. Me hace renegar siempre. Camina de forma extraña y tiene los pies como los de un pato. Siempre me llama por teléfono. Siempre me cuenta sus problemas. Soy su psicólogo particular.

Me cuenta apresurada que está con Leo, mi compañero de clase en tiempos de colegio y gran amigo actualmente (Leo fue el amor imposible de María durante los últimos años de la secundaria). Me cuenta que están en un parque, que se citaron para verse (Me disgusto pero no se lo digo, no le digo que es muy tonta por encontrarse con Leo a espaldas de su enamorado, pues ella tiene enamorado). Me pregunta si puede venir a mi casa. Le respondo que no. Luego me dice cuándo puede venir. Le digo que tal vez la próxima semana. En realidad no la quiero ver, no porque me caiga mal, sino porque suelo estar solo en mi casa y yo no quiero estar a solas con ella. Me dice que tal vez la próxima semana me visita. Acepto resignado. Nos despedimos. María me dice que volverá a llamarme ni bien llegue a su casa y me cuelga.

Subo a mi cuarto. Pongo música clásica. Trato de terminar un poema que estaba escribiendo antes que sonara el teléfono. Algo me incomoda. Pasan los minutos y no escribo nada. Mi mente se torna despejada, nublada, opacada. Me rindo. Me echo en mi cama y trato de pensar. Olvido apagar la música clásica, la cual me hace dormir y me genera un extraño sueño rotundo. Sueño que estoy frente a mi computadora escribiendo poemas, poemas de increíbles versos. Versos más tiernos que la sonrisa de un niño y tan bellos como los crepúsculos de verano. Sutiles como el deslizamiento de los cisnes en un lago, e infinito como el universo del amor. La dicha es inmensa. Parece todo tan real, hasta que suena mi teléfono y me despierto. Nuevamente es María (ya había pasado 2 horas desde la última vez que me llamó). Intuyo que me contará todo los por menores de su cita.

- Godoy, ¡no sabes! – me dice extasiada.
- Que pasó – Le respondo con frialdad.
- Leo me dijo para ir a tu casa pero como tú no quisiste, no fuimos.
- ¿Qué? Ustedes están locos ¿no? – dije enojado - Leo debe pensar que tú eres una chica fácil, o al menos si yo fuera él pensaría que eres una pendeja. – añadí
- Oye… ¿Por qué me dices eso?
- Porque tú tienes enamorado. Imagínate que él tuviese enamorada y te invita a salir, tú pensarías que él quiere algo contigo ¿verdad? Y pensarías que es pendejo porque te invita a salir teniendo enamorada.
- Pucha, verdad ¿no? es que Daniel me dijo que lo llamara porque él quería verme – se justifica.
- No seas tonta pues, si Leo quisiera verte te hubiese llamado ¿no crees? Tú sabes lo jodído que es Daniel y le haces caso.

María se queda callada.

Me disculpo. Le digo que no fue mi intensión haberle dicho palabras tan fuertes ni mucho menos deprimirla. Le digo que me cuente cómo le fue. Total, las cosas ya pasaron y esto le servirá para el futuro. Se ríe y empieza a contarme.
Me dice que quedaron en encontrarse en un parque que está ubicado detrás de un centro comercial muy cerca de la casa de Leo. Me cuenta también que ella se retrasó media hora en llegar. Cuando llegó, vio a Leo sentado en una banca fumando un cigarrillo. Él no la reconoció. Quizá no de lejos porque Leo es miope. Ella se acercó nerviosa y lo saludó. Como no sabían de qué hablar, fueron a llamarme por teléfono. Después de hablar conmigo volvieron al parque.
Leo le preguntó:

- ¿sigues con tu enamorado?
- Sí, pero mi relación no anda bien. Nos peleamos mucho. A veces quiero terminar con él pero me da miedo echar a perder nuestra relación, además ya tenemos 2 años y se me hace difícil decirle para terminar - Respondió María.
- ¿Lo quiéres? - Preguntó Leo
- Sí, pero no como antes.
- Y por qué no como antes ¿qué pasó? – Añade Leo.
- No sé… - dijo María deprimiéndose y agachando la cabeza.
- Cómo que no sabes, acaso ¿Te grita? ¿Te pega? ¿Te exige cosas? – Reclamó Leo. Un silencio melancólico se apoderó de María.
- No. No es eso… Mejor cambiemos de tema. – dijo María.
- Si no quieres estar con él deberías decírselo.
- Lo sé.

María hace una pausa y me dice con voz acongojada que tiene que contarme algo. Yo acepto gustoso.
- Godoy, no se lo dije a Leo pero… ¡Mauricio me pega!
- ¿Qué? – Respondo atónito
- Sí. Mauricio me pega. (Mauricio es el nombre del enamorado de María)
- ¿Y por qué no terminas con él? – Me enfado.
- Es que no puedo. Estoy esperando que él termine conmigo. Yo no tengo el suficiente valor para acabar con lo nuestro. – Se defiende
- Que tarada eres María. Déjalo, él no te merece.
- Godoy, prométeme que no se lo dirás a nadie. Te cuento esto porque tú eres mi mejor amigo.
- Está bien pero deberías terminar con él. No dejes que ese huevón te cague la vida.
- Ya sé. Ay, no sé por qué te conté esto. Mejor luego te llamo, no me siento bien. Adiós. – dijo y colgó el teléfono.

Colgué el auricular y me eché en el sillón de mi sala. De pronto, la ira me consumió e imaginé como María era golpeada por su enamorado. Quedé atónito aquella tarde. Jamás pensé que oiría semejante cobardía y desfachatez proveniente de una persona. Odié aquel bicho miserablemente virulento de nombre: Mauricio. Tuve ganas de hacer cumplir la ley de Talión, aquel estatuto milenario que está concebida en la Biblia: “Mas si hubiese muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”. Detesté a Mauricio y sólo pensé en lo cobarde que puede ser una persona. Es más, María también es culpable de que eso sucediera, pues el hombre llega hasta donde la mujer se lo permite. María dejó que ese infeliz la maltratese, no se hizo respetar y tuvo que pagar la consecuencia de su silencio.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

me las pagaras jajaja (bRoMA)

Lo K Narras es tan ciertO K

HASTA Io ME SENTI IDENTIFICADA (oOhH SI CLARO)

Anónimo dijo...

OoHh may GoOD .. son cosas
k pasa y de cada 100 mujere el 90 % son golpeadas .. "EL HONBRE LLEGA HASTA DOND LA MUJER LO PERMITA"

Anónimo dijo...

uhmm el de arriba tiene muxa razon UN HOMBRE LLEGA HASTA DONDE UNA MUJER LO PERMITA la chica es muy cojuda para que siga con un hombre asi .. pero es caso de la vida real

Anónimo dijo...

el de Arriba tiene rAzON ... jum ¡¡

Publicar un comentario