jueves, 13 de enero de 2011

Los piratas

Mis amigos no serán los mejores del mundo pero lo compensan con sus ocurrencias. Siempre me hacen olvidar de mis problemas, y a veces me ayudan a solucionarlo. Me divierte planear alguna salida con ellos porque sé que todo terminará en aburrimiento y lamentos vanos. Por lo general siempre nos aburrimos cuando salimos a fiestas, pero aún así me gusta salir con ellos porque nos las ingeniamos para burlarnos de nuestros fracasos. Son increíbles. No los cambiaría por nada.

Daniel:
Somos 4. Todos nos conocimos en el colegio. Al principio nos llevábamos mal. Uno de ellos, el más cachetón y más viejo y, quizá, el más divertido y gracioso, fue mi amigo de casualidad. Todo comenzó en 3er año de secundaria, cuando todos los alumnos fuimos cambiados de salón por una decisión extraña del director. “Kiko”, como era conocido en aquel entonces, fue cambiado a mi salón. Los primeros días de clase él se sentaba solito al fondo y no hablaba con nadie. Su nombre verdadero era Daniel Pet. Semanas después de haber empezado el año escolar, Daniel ya tenía amigos e incluso era muy querido en mi salón. Empezó a caerle bien a todos mis compañeros gracias a su simpatía y buen humor. Yo no me atrevía a hablarle. Yo permanecía distante y poco me interesaba lo que él hacía con su vida. Un día, en el recreo, él se me acercó y me dijo que una chica quería conmigo, que yo le gustaba a esa chica. Yo le dije que ya tenía enamorada, pero se lo dije de forma cortante. Los días siguientes él seguía con lo mismo, se me acercaba y me hablaba de la chica. Incluso me recomendó que agarre con ella, que le dé un besito y después la dejase. Yo me rehusaba pero él insistía. Tiempo después me confesó que la chica le gustaba, que él estaba enamorado de ella y que simplemente me ayudaba porque ella se lo había pedido de favor. Él se tragó su cariño por la chica y quiso que ella sea feliz, y se enamoró de tal manera que no le importaba que la chica sea feliz con otra persona, él sólo quería lo mejor para ella. Lo que él no sabía cuando me hizo esa confesión es que yo me estaba enamorando de la chica, pero preferí dejarlo ahí y pasar del tema porque había ganado un amigo para toda la vida y no tenía sentido pelearnos por una chica.

Al finalizar el año escolar, me besé con aquella chica y terminamos por ser novios. Duramos apenas dos semanas. Daniel se había enamorado de otra niña y ya no había rencores. Nunca supe cómo aquel muchachito cachetón, inquieto, irreverente, miedoso, tonto, romántico y estafador, se había convertido en mi mejor amigo, pero aún así, agradezco mucho haberlo conocido y por ser un amigo genial e incondicional, a pesar de querer robarme mi cámara fotográfica y querer ver pornografía en mi computadora cuando llegamos ebrios después de alguna fiesta sabática.

Víctor:
A este otro amigo lo conocí de forma accidentada en 4to de secundaria. Él era nuevo en mi salón. Había repetido 1 año. Yo no tenía ganas de ser su amigo. Me bastaba con los que tenía. Siempre fui así: poco social y reservado. Un día, en hora de clase, él estaba fastidiando a todos mis compañeros tirándoles papelitos con una liga que lo usaba como resortera. En una ocasión, uno de esos papelitos casi me cae en el rostro. Yo volteé y lo miré con severidad, dándole a entender que tenga cuidado con su jueguito de niño malo y rebelde. Al rato, uno de sus papelitos me cayó en la mejía y lo enrojeció. Yo me sobé y volví a mirarlo, pero estaba vez ya no era una advertencia, sino le miré desafiante y vengativo.

A la salida, cogí mi mochila y fui a buscarlo al balcón del colegio pero no lo encontré. El muy marica se había corrido. Fui a buscarlo al paradero porque yo no pensaba dejar pasar su payasada. Al verlo en el paradero, me saqué la mochila y se la di a Daniel, quien en ese entonces ya era mi amigo y andábamos juntos a todas partes. Me acerqué a Antonio Camarita Munaylla, el intrépido chico que había osado joderme en clase.

Cuando me acerqué le empujé y empezamos a pelearnos en la calle, pero inmediatamente nuestros amigos se metieron y nos separaron.

Dos días después nos volvimos a ver, él estaba con su enamorada y yo estaba solo. Al vernos él se me acercó para disculparse pero yo no acepté sus disculpas. Me hice el orgulloso y quería tomar venganza. Él se llenó de valor y me dijo: “si quieres pegarme, pégame, de repente así te tranquilizas”. Yo lo miré con odio porque me reventaba que se haga el buenito delante de su enamorada cuando dos días antes, el pendejito ése, me había volteado la cara enrojeciéndola con su liguita asesina, yo no soporté más y le tiré un puñete en la cara en plena vía pública. En eso, de milagro, apareció mi mamá y nos separó (nunca supe cómo apareció mi mamá en ese preciso lugar y en el momento perfecto, fue como enviada por Dios para calmar mi enojo y evitar que me pelee).

Al día siguiente, Antonio y yo fuimos a la dirección porque ya todo el colegio se había enterado de nuestra pelea. Ambos firmamos un acuerdo hecho por el director en el cual nos comprometíamos a llevarnos bien sino seríamos suspendidos temporalmente del colegio. A mí me daba igual llevarme bien con ese tipo, mientras no me joda, todo estaría tranquilo. Semanas después hubo una fiesta cerca de mi casa de una amiga que él y yo conocíamos, y entre copas nos hicimos amigos y dejamos todo rencor de lado. Desde ese momento Victor Camarita Munaylla, ha sido uno de mis mejores amigos y ha sido cómplice de mil aventuras y de seguro lo seguirá siendo por mucho tiempo…

Leo:
Él es el más pastrulo de los 4, el más intoxicado y, quizá, el que mejor disfruta del sexo. Él estudió en primaria en mi colegio, luego fue cambiado pero volvió en la secundaria. Cuando volvió en 4to de secundaria, fue ubicado en mi salón. Él se sentaba al fondo. Tenía un aire intelectual y algo nerd por el gruesor de sus lentes y el peinado raya al medio que tenía. Era callado y parecía no importarle el resto. Aquel chico se llamaba Leo Rohn Bejarano, aunque él se llamaba así mismo “The killer”. Su pseudónimo no tenía nada que ver con su apariencia física.

A pesar que no nos hablábamos, siempre nos juntábamos en el recreo para jugar partido. Un día, en uno de esos partidos bruscos y con roces agresivos, yo tenía la pelota en mis pies y amenazaba al arco rival con anotar un gol. De pronto, cuando estuve a punto de disparar, después de haberme llevado a dos compañeros, me acomodo para patear y hacer el gol, y Leo, conocido como The killer, el asesino de lentes gruesos y raya al medio, me robó el balón con una barrida brusca y exagerada. Aquella entrada ruda me había tumbado al piso e hizo que cayera de brazo, rompiéndome unos tendones del brazo derecho. Permanecí unos minutos en el piso.

Todos mis amigos pararon el juego y me decían que me pare, pensado, quizá, que yo estaba fingiendo pero en realidad me había lastimado. No podía mover el brazo porque me dolía demasiado. Mi amigo Daniel fue a reclamarle a Leo por aquella entrada descabellada. Mis amigas me auxiliaron rápidamente. Luego se acercó la bibliotecaria del colegio para ayudarme. Al ver mi estado, llamó inmediatamente a una ambulancia. Durante una semana las chicas de mi salón no le hablaban a Leo “the killer” por lo que me había hecho. Todos le hacían la ley del hielo como castigo a su brusquedad. Permanecí 15 días con yeso. Daniel me iba a visitar a mi casa e íbamos a jugar Play Station pese a tener el brazo lastimado. Cuando volví al colegio, Leo me pidió disculpas y yo las acepté sin rencor. Todo acto de rudeza había quedado en la cancha y no había nada que reclamar.


Hoy en día los 4 somos grandes amigos y, pese a haber terminado hace poco más de 3 años el colegio, aún seguimos viéndonos y seguimos siendo los mismos imbéciles de siempre. Somos los únicos de la promoción que nunca falta cuando hay algún reencuentro o alguna salida a alguna fiesta. Espero seguir contando con ellos y que ellos cuenten conmigo. No los quisiera perder por más diferencias que tengamos y por los mil errores y tonterías que solemos cometer a diario. Siempre nos jodemos horrible, pero en el fondo sabemos que ninguno quiere el mal para el otro. Ellos saben mil secretos míos y yo sé millones de secretos suyos. Ellos son mis mejores amigos, y espero que lo sean para toda la vida…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

mierda, has scrito un egg
como siempre
pero ma;ana t leo XD

caradeprepu :)

Wesley Romero dijo...

La entrada es larga...pero me interesó y lo leí todo...Que chevere como conociste a tus bro XD....solo que la manera que las conociste no fueron...digamos...normales?

XD

Saludos!

Anónimo dijo...

jjajja ya te lei caradepipi XD
bueno raro eso de como conocer a los amigos

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